La mitad de la ciudadanía española piensa ya en términos multipartidistas. Reniega completamente de las mayorías absolutas, de que el gobierno pueda permitirse ningunear al parlamento y del turnismo entre dos grandes partidos que se reparten el pastel. Los resultados electorales del 20D y del 26J canalizaron las aspiraciones de cambio en el sistema político y esto ha dado como resultado un proceso de resquebrajamiento del bipartidismo que parece sustentado en el surgimiento de una cultura política distinta.
Sin embargo, estas actitudes y estos comportamientos políticos emergentes coexisten con otros en los que, o bien persiste la lógica bipartidista, o bien caminan por una vía intermedia, quizá más pragmática. La suma de ambas representa ni más ni menos que a la otra mitad del electorado. Cabe preguntarse entonces si el desenlace de la actual situación de bloqueo político acabará revertiendo o consolidando el proceso.
El clásico de Gabriel Almond y Sidney Verba publicado en los sesenta, La cultura cívica, concluía que la estabilidad y eficacia de un gobierno democrático dependía, además de un sistema y una estructura determinadas, de las orientaciones y las actitudes que la gente tiene respecto al propio gobierno. Sin una cultura política que legitime el sistema, las posibilidades de éxito del mismo son escasas.
El paso de un orden bipartidista a uno multipartidista requeriría, pues, no solo de una transformación del sistema político a partir del cual los principales partidos crezcan en número, peso y diversidad ideológica, sino también de la cristalización de una cultura política a la altura, es decir, del arraigo de mentalidades legitimadoras del nuevo orden.
Los tres tipos de culturas políticas que pueden representar al conjunto de la ciudadanía se articulan fundamentalmente en torno a cuatro elementos: política —qué se vota—; educación —nivel de estudios alcanzado—, edad y territorio —tamaño del municipio de en el que se reside—. Puede sintetizarse que:
- Los principales sostenedores de la cultura política multipartidista son quienes votaron a Unidos Podemos el pasado 26J, han alcanzado un nivel de estudios superior, tienen menos de 35 años y residen en grandes ciudades.
- Quienes votaron por PSOE y, sobre todo, por PP, tienen estudios básicos, más de 55 años y residen en municipios pequeños, mantienen una cultura política bipartidista o pragmática.
El electorado de Unidos Podemos, principal valedor de la cultura multipartidista
La primera conclusión es obvia y no por ello menos importante: la legitimidad del bipartidismo continúa existiendo entre el electorado más fiel a los partidos constitutivos de tal sistema (PP y PSOE). Sin embargo, tan destacable como esto es que el peso de la cultura bipartidista entre el electorado de Ciudadanos es prácticamente el mismo que entre el del PSOE (27% y 26%, respectivamente). Votantes socialistas y naranjas son tremendamente parecidos en términos de cultura política.
El empuje del multipartidismo proviene mayoritariamente de votantes de Unidos Podemos: lo manifiestan tres de cada cuatro (74%), frente a uno de cada dos de PSOE y Ciudadanos (48%) y uno de cada diez del PP (13%). El perfil del electorado del partido de Pablo Iglesias es prácticamente el opuesto al de Mariano Rajoy.
De ahí que el PP tenga entre sus electores al colectivo de personas que mejor representan la cultura política bipartidista. Son el 57% y defienden de manera explícita el bipartidismo y la mayoría absoluta, aunque se encuentren divididos respecto a cuál de las dos instituciones debería tener más peso, gobierno o parlamento. El segundo grupo de votantes populares con más peso y que supone casi un tercio del total (30%) es el más pragmático —también es el dato más alto en comparación con los cuatro partidos—. La prioridad para este sector parece ser la formación de gobierno, que este sea fuerte y preferiblemente sin mayoría absoluta. Que sean dos o más el número de fuerzas políticas que conforman el sistema es, quizá, más discutible. Aunque de decantarse por una, esta sería el bipartidismo, probablemente por su mayor efectividad para mantener a un gobierno fuerte.
La mayoritaria y estable preferencia por el multipartidismo en España
Lo cierto es que desde febrero de 2016 hasta hoy, la preferencia por un sistema que favorezca el pluralismo parlamentario con varias fuerzas políticas de tamaño similar, incluso aunque esto suponga más dificultades para la formación de gobierno, es la mayoritaria entre el conjunto de la ciudadanía española (en una relación promedio de dos a uno —65% frente a 32%—).
Estas actitudes registran un alto grado de consistencia, por su práctica invariabilidad a lo largo de todo el año. Aún así, parecen ser algo sensibles a las distintas coyunturas políticas. Un indicio de esto es que el porcentaje más bajo de preferencia multipartidista (61%) se detectara en los dos meses de incertidumbre posteriores al 26J: julio y agosto. Hoy por hoy, se sitúa en niveles cercanos a los anteriores (67%).
A menor nivel de estudios, más bipartidismo y pragmatismo
La expresión de un tipo de cultura política u otra depende de forma significativa de la formación educativa que se haya conseguido: quienes no han superado los estudios básicos (EGB, graduado escolar, etc.) tienen mayor probabilidad de apoyar la lógica bipartidista o pragmática, que quienes han logrado estudios medios (ESO, FP, etc.) y, sobre todo, estudios superiores (Licenciatura, Doctorado, etc.). Entre estos últimos se detecta, además, el grupo más amplio de multipartidistas (58%).
La gente mayor, la menos favorable al multipartidismo
La diferencia más significativa en términos de edad, aunque no demasiado aguda, se registra en la defensa del multipartidismo: el 52% de la gente joven frente al 45% de la gente mayor (siete puntos porcentuales más). Por el contrario, el pragmatismo obtiene el mayor apoyo entre personas de 55 o más años y el menor entre las de 18-34 años.
Los municipios pequeños, los más bipartidistas
La última clave es la dinámica sociopolítica de los territorios en función de su tamaño. Entre la ciudadanía que reside en localidades de menos de 10 mil habitantes, la preferencia por el modelo de cultura bipartidista es diez puntos porcentuales superior que entre la que vive en grandes ciudades (36% frente a 26%). En cuanto a la difusión del multipartidismo, cabe decir que goza de una transversalidad equilibrada, por lo que no se detectan diferencias estadísticamente resaltables.